viernes, 7 de junio de 2013

Un pajarito azul con máscara de gas en Estambul

(publicado en Las Voces de Pradillo)
"Larvatus prodeo"
René Descartes


Los compañeros turcos de Taksim se han apropiado como símbolo el pajarito de Twitter con el pico cubierto por una máscara de gas. Hay quien critica esto como consumismo o como culto de las redes sociales y afirma que, como las redes pertenecen al capital, su uso solo puede sernos perjudicial. Sin embargo, lo que pasa con Twitter, que, no lo olvidemos, es una herramienta de trabajo, es lo que ocurre con todas las demás herramientas en el capitalismo. Son capital fijo, trabajo muerto: son a la vez algo del trabajador (la prolongación de sus miembros y de sus órganos, su prótesis) y algo que se le ha expropiado. Por eso, todas las herramientas tienen ese carácter ambiguo: son potencia colectiva de los trabajadores, pero potencia colectiva que pertenece formalmente a otro. 

Sin embargo, la expropiación no es nunca total: la relación de expropiación que constituye al capital no deja de ser, como toda relación de poder, una relación antagónica entre dos términos. Aunque las máquinas pertenezcan al patrón, quien tiene que utilizarlas y sabe utilizarlas es siempre el trabajador asociado. Aunque las redes y los lenguajes y saberes que por ellas circulan pertenezcan jurídicamente al capital, solo son rentables cuando se les insufla trabajo vivo. El capitalismo siempre ha tenido secuestrada la potencia productiva comunista: incluso en sus fases más primitivas, de las que habla Marx en el capítulo de la Cooperación del Capital. Y es que el comunismo dista de ser una utopía y es en realidad la base de toda sociedad. Hoy ese secuestro del comunismo y de la sociedad es visible a la luz del día, pues el capital fijo más importante está constituido por el conocimiento y la cooperación, que son inseparables del trabajo vivo. En la sociedad del conocimiento, el capital se muestra inútil y parasitario. La relación capitalista se hace relación feudal.

La máscara de gas evoca el avance enmascarado del comunismo, la travesía de las relaciones y redes imaginarias de la dominación capitalista y del poder de Estado. Solo desde dentro de este macizo ideológico y de este conjunto de relaciones sociales que nos atenaza - pero en el que se expresa también de manera imaginaria nuestra propia potencia - será posible un cambio radical, una salida del capitalismo. Marx, a diferencia de muchos marxistas actuales, tenía muy clara la necesidad de efectuar esta travesía o este atravesamiento del sistema de dominación desde sus mismas entrañas, pues en ellas y no en un mundo utópico del deber ser es donde habitamos. 

"Pero dentro de la sociedad burguesa, que descansa sobre el valor de cambio, -dirá Marx en el capítulo sobre el dinero de los Grundrisse- aparecen relaciones de producción y de interacción (Verkehr) que son otras tantas minas para hacerla saltar en pedazos. (Una cantidad de formas antitéticas de la unidad social, cuyo carácter antitético, sin embargo, nunca podrá ser hecho saltar en pedazos mediante una metamorfosis pacífica). Por otra parte, si no encontramos de forma encubierta en esta sociedad, tal como es, las condiciones de producción materiales y las correspondientes relaciones de interacción (Verkehr) de una sociedad sin clases, todos los intentos de hacerla saltar en pedazos serían donquijoterías.)."( Marx, Grundrisse, I, p. 87, OME, Grijalbo)


La imagen del pajarillo de twitter con la máscara de gas evoca la necesidad de ese avance discreto que se ha comparado con el de los topos y el de los propios fantasmas. Marx habla en este texto de la necesidad de la violencia y tiene razón, pero esa violencia es la propia existencia del comunismo dentro de los tejidos del capitalismo: la solidaridad, el desarrollo de los comunes, la extensión del modo de producción comunista y de sus relaciones dentro del propio cuerpo del capital es violenta pues constituye una amenaza existencial para el capital. Descartes tenía como lema "larvatus prodeo" (avanzo enmascarado): para evitar las diversas censuras se mantuvo siempre en posiciones "prudentes" y "razonables", hasta el punto de quedar absorbido por ellas. El pajarito de twitter enmascarado corre también ese riesgo, siempre presente, de que prevalezca la propiedad sobre lo común. De momento, al igual que la hoz y el martillo que representan el trigo que se siega y el hierro que se golpea para los amos, pude cambiar de sentido y convertirse en arma blandida contra ellos. La revolución es inmanente: se hace dentro de las relaciones sociales capitalistas y contra ellas. Dentro y contra, tal es el lema de una política de liberación materialista.

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